lunes, 12 de diciembre de 2011

Real-cosa



Nunca tenemos, ni un momento, el puro
espacio por delante, en que las flores
se abren interminables. Siempre hay mundo
y nunca el puro no lugar sin nada:
lo puro, incustodiado, que aspiramos
y sin fin sabe, y nada quiere. El niño
se pierde en eso a ocultas, y le tienen
que sacudir. O alguno muere, y lo es.
Junto a la muerte, no se ve la muerte:
se mira afuera, fijo, con mirada
animal. Los amantes, sin el otro
que tapa la mirada, ya se acercan,
pasmados... Por descuido, se les abre
tras el otro. Pero ninguno pasa
tras el otro: otra vez se le hace mundo.
Siempre enfrente de lo creado, vemos
sólo en ello el reflejo de lo libre,
con nuestra sombra. Acaso un animal
mudo alza la mirada y nos traspasa.
Esto es destino: estar plantado enfrente,
y nada más, y siempre puesto enfrente...


Extracto de la Octava Elegía del poeta Rainer Maria Rilke.

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