lunes, 11 de febrero de 2013

Poder







Algunas noches, no sé qué, si un rayo de luna o el viento que cruza la ventana, pero algo- créeme, muy intenso- golpea mi cara como si quisiera despertarme. Eso pasa a veces, más seguido de lo que crees, mientras duermes junto a mí. Se me despegan las pestañas y te veo: a veces de frente y a oscuras, otras veces  es sólo tu espalda arqueándose hacia la derecha o izquierda.

En momentos como ese siento que te amo, porque estoy yo (y nadie más que yo y ese viento misterioso)  y uno a sí misma no se miente; no se iguala a cuando de puro impulsiva se desborda un te amo de la boca, o a veces para terminar frases, o a veces incluso las personas lo usan porque ya lo han dicho y no hay vuelta atrás.

Pero estás ahí, tan quieto y apacible, volviéndome loca sin mover un músculo.

En momentos como ese siento que te amo.

Y paso mis manos por tu espalda, la recorro con mis uñitas y tu gimes como respondiéndome. Y te amo, y quiero besarte todo, y fundirme ahí entre las sábanas y las fronteras de lo que es tu cuerpo y lo que no lo es. A veces te mueves y te acomodas, me tocas con tus pies y me muevo en la disyuntiva de despertarte sólo para decirte que te amo, o dejarte dormir y seguir diciéndomelo a mi misma.

En momentos como ese siento que te amo.
Amar duele porque me perdí, tú me tienes y me puedes llevar donde quieras, a tu gusto. Todos los días se juega la posibilidad de perderte, y sólo quien ha probado esa incertidumbre lo entiende.
En momentos como ese siento que te amo, porque me faltas, porque te veo y te deseo, y en la incompletitud nace el romance. Y entonces recuerdo cada cosa que hemos hecho, que creen que hemos hecho y que sólo los dos sabemos.

Te amo, como a nadie, como nunca,
con dolor, con rabia, con una desgarradora e incomprensible fe
de que seguirá pasando.
Si querías poder, aquí lo tienes:
eres la única persona que me puede hacer
la mujer más feliz
o  la
más triste
del mundo.

domingo, 10 de junio de 2012




"He aprendido que el amor verdadero es una forma muy intensa de perdón. No creo que las personas anhelen el amor porque detesten quedarse solas en casa las noches de Sábado ni porque teman ir solas a un restaurant. Buscan el amor porque quieren que alguien les perdone tener las gafas pegadas con cinta adhesiva, o cinco kilos demás. Desean encontrar a alguien que no se fije en nimiedades como un peinado horrendo, una risa ruidosa, o un sofá salpicado de patatas crujientes".

Lois Smith Brady  

sábado, 5 de mayo de 2012

Me equivoqué





Me equivoqué contigo. Y la idea mosquea mi cabeza e insiste en quedarse, arbitrariamente, sin que yo lo pidiera. Los psicólogos somos espectadores de la vida, ¿ me entiendes? Y mientras más lo eres, menos vives, y más sabes de la vida. Es una contradicción absolutamente necesaria, pensar es dejar de vivir unos minutos.
 Me equivoqué contigo. Prendo mi segundo cigarro, fijo tu imagen en mi mente y lo veo ahora todo más claro, aunque no sé con qué comparo esta claridad si siempre estuve segura de lo que pienso, mucho más ahora que antes. Tu memoria se ha confundido tanto que no sé a qué me refiero; lo he dicho antes, soy una pésima arquitecta de mis recuerdos, y esta mosca que me agita por dentro lo hace tan fuerte que no puedo dejar de ignorarla; me equivoqué contigo y no puedo decírtelo…

 No es mera cuestión de valentía, no malinterpretes mis palabras, es una cuestión de tiempo… me equivoqué con la persona que eras hace unos meses, y a él le debo las disculpas. ¿Cómo devolverme y decirte otra cosa, intentar corregir a esa Daniela que no se dio cuenta, que pensó de más, que se vio desde afuera y finalmente habló desde otro lugar?
Yo sé lo que siento, tampoco pienses que no me conozco, querido, he dedicado 20 años a la tarea de entenderme. La cuestión es simple: me equivoqué, y qué puedo hacer para remediarlo, ya no puedo. Me equivoqué tanto que incluso debí haberme vestido de otra forma, debí haberte esperado menos, debí haber guardado silencio… En todo me equivoqué, y qué puedo hacer. La luna está tan llena y yo estoy aquí observándola. 
No quiero echarle la culpa a mi carrera, ella no es más que una rama de lo que soy, aún naciendo en otro siglo habría estudiado algo similar. Soy yo y este ideal idiota de ser feliz, que es tan difuso y cautivante, y me ata al cuello, llevándome a rastras.
 Me equivoqué contigo. Y lo siento, profundamente. Espero volver a conocerte, otro día, cuando haya pasado tanto tiempo que el recuerdo de ambos sea tan distinto, y ninguno reconozca el olor del otro.
En todo me equivoqué,
 Y,
 Qué puedo hacer.

miércoles, 4 de abril de 2012

Vaivén






La amé, y sólo después de consumado el beso, me interrogué sobre el significado de la entrega.
Era el primer día y aún no conocía el color de sus ojos. Me equivoqué al alabarlos, porque fui directo al fondo de la mirada.
De la misma manera que un día, el último, al caer de la noche y conociendo ya el sabor de sus ojos, me equivoqué asimismo
y para siempre por la última vez. Claro que para entonces había ya acostumbrado mis horas a ese error y amaba el error
que era Ella toda y que la hacía personal, incomparable, única.

Filoteo Samaniego, poeta ecuatoriano.

domingo, 18 de marzo de 2012

Tú y yo sin embargo









Una persona normal sabría que, en estas circunstancias, no estamos juntos... no nos besamos, no nos damos la mano, no nos llamamos por teléfono. No sabes lo que hago, tampoco sé lo que haces, no nos juntamos a ver una película juntos; no nos tocamos ni recorremos el cuerpo del otro.
Una persona como yo y tú sin embargo, no lo sabe.
¿Quién sabe si me piensas al mismo tiempo que yo estoy recordándote? No sé lo que sientes, tampoco tú sabes lo que siento yo. Sé que escuchas a BB King un Viernes por la tarde, y que yo estoy escuchando a Eric Clapton. Sé que tocas la guitarra de vez en cuando, y tú debes suponer lo mismo.
Una persona normal se desespera e intenta averiguarlo. Una persona normal llama al otro, le pregunta acerca de sus sentimientos. Una persona normal convierte en acto sus pensamientos.
Una persona como yo y tú sin embargo, no lo hace.
Cada uno tiene una teoría diferente de por qué las cosas no son como antes. Cada uno intenta conformarse con la suya, repasada una y otra vez por su cabeza hasta convencerse.
Una persona normal no espera dejar de sentir para comenzar a hablar.
Una persona como yo y tú sin embargo, no lo hace.
Nos queremos?
Nos gustamos?
Mucho menos…
Mucho más…
quizás,
simplemente coincidimos en que
por más que escapemos,
nos dolemos,
y el silencio nos perfora todos los días
hasta desvanecerlo
todo.

jueves, 1 de marzo de 2012

Esclavo








El poeta jamás podrá
escribir
un buen libro.
No sabe
escribir de una vida,
no sabe
escribir de la muerte...

el poeta sólo escribe
de vivir,
de morir...

del instante que llega sin
avisar
y escalofría su cuerpo
caprichosamente.

El escritor es Dios,
y el poeta es
un esclavo
de su poesía.

lunes, 27 de febrero de 2012

Luis









Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina

por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

como leños perdidos que el mar anega o levanta

libremente, con la libertad del amor,

la única libertad que me exalta,

la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.



Extracto de " Si pudiera decir el hombre lo que ama" de Luis Cernuda.