Lo que me enamora de las letras, es que no perecen. Y esa trascendencia, que sólo se presenta en el éter, en el universo y en la moralidad del ser humano, se esmera en conquistarme todos los días. Si de algo vamos a hablar, es de lo inefable, aquellas vicisitudes en las que el fonema ha quedado corto. Empaquetar aquello en letras, me ambiciona al punto de extender la naturaleza de las mismas palabras...
lunes, 26 de diciembre de 2011
Vivos Acordes
La joven violonchelista de la orquesta ase el mástil de su instrumento con una pulsátil intensidad que sólo puedo describir como masturbatoria...
En cuanto a la música, la verdad es que no sabría qué decir.
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