domingo, 18 de diciembre de 2011

Magia

Escribió que lo amaba en una hoja de papel.
Luego la tachó, la pintó por encima y rompió en pedazos la declaración.
Inesperadamente, sintió un alivio recorrer por su cuerpo.

Comenzó a escribir todo lo que le sucedía desde entonces.
Sus sensaciones traducidas en letras se plasmaban una y otra vez.
El ritual era el mismo: escribir-tachar-borrar-hacer invisible-romper-tirar a la basura.
De a poco fue desprendiéndose de todo.
Podía estar horas escribiendo, y horas deshaciéndose de lo escrito.
No le podía contar a nadie aquel asunto.
No hay forma de que un secreto se mantenga como tal, a menos que lo tacharas,
rayaras, y botaras a la basura por un papel.
No es que escribiendo ocultara algo,
sino que se deshacía de ello,
¿Pueden notar la diferencia?
Desde entonces lo hizo una y otra vez, compulsivamente.
Las palabras se llevaban la vida lejos de ella misma,
como los alquimistas transforman la materia.
Todo se transformó en magia.

Un día quiso probar un juego.
"¿Qué tal si escribo lo que no siento? ¿Será todo al revés?- pensó-.
¿Sentiré lo que escribo si no lo arrojo a la basura?"

Entonces escribió la mentira más grande de su vida, y la llamó biografía. La leyó una y otra vez, hasta convencerse de que debía de ser así, ella misma.
Comenzó a decidir qué sentir, qué pensar, qué debía ser.

Ella- la que escribía-, era su dueña. Ella- la que pensaba- , por primera vez.

Los estúpidos le dicen madurez, pero ella...
le llamó
magia.

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