
Me enternecen- profundamente- tus deseos de control.
La necesidad imperiosa que tienes de transformar una conversación en un acertijo; en el cual debes dilucidar cada encaje; cada movimiento. Te desdoblas con el afán de escribir la vida como un cuento con personajes, en el cual controlas y adivinas el futuro porque lo sabes... depende de ti, de lo que tú has escrito. Cada engranaje va colándose uno a uno y…
los ojos del acertijo son más rápidos que los tuyos.
No los sigas, simplemente disfrutalos… escúchalos como te escuchas a ti, con esa atención recelosa… insegura.
La vida no es un libro. Y si lo fuera, seríamos las letras del azaroso pasar de los días. No somos los escritores de nuestras vidas, sino que los lectores de ella cuando ya ha pasado. Pero eso…
Eso tu no lo entiendes.
No lo aceptas.
Déjate llevar. Es suficiente dar un primer paso para que la ventolera te lleve.
El risco es alto, y hay dos opciones. Decide: estás abajo esperando que otro despegue su cuerpo fuera de la tierra y caiga junto a ti, mientras descansas seguro en el fin… o,
te mantienes arriba, junto a los demás, esperando el turno.
No puedes estar en ambos lados.
O escribes en tu mente y dejas de vivir,
O vives para escribir más adelante.
Decidete.
Porque te ves en dos lugares,
y…
sólo estás ahí, contagiando tu miedo por todas partes.
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