
Hay personas que por más que las hayan criado con olor a Parra, les hayan limpiado la cara y achicharrado la voz con Neruda, y las hayan abanderado con olorcito a empanada; parecieran no haber nacido en el Chilito Lindo de Cizarro,Piñera y Arenita.
Digámoslo así, sin regodeos: hay de esos que no tienen la mínima idea de que en las calles de Cerro Navia se cuelgan zapatillas para publicitar la droga, ni que el Mote con Huesillos más rico está a la vuelta de Jota Pérez con Radal.
Pocos encuentros cercanos he tenido con esta gente, que proviene del Olympo y que poquito se nos cruza a nosotros los descendientes de Moctezuma, Atahualpa y sus derivados. Y fíjense que no les hablo de los cuicos, porque estudio en la PUC y eso es pancito de cada día. Les hablo de una caricatura más prodigiosa y más europea que los turistas.
Me lo encontré al bajar la cro-mi hacia la Estación Santa Ana. Era la 504, y para mí mala suerte, el peldaño hacia la vereda era abismante para mi pati-corta. Casi como una princesa de Disney, o como una bruta ( como se quiera ver), me tropecé y fui a caer en los brazos de un hombre dorado de pies a cabeza ( no exagero, sus ojos, su piel, su cabello, hasta sus cejas lucían radiantes).
Al principio sólo noté una camisa adornada con un Rolex que me empuñaba para sostenerme; luego me percaté de su magnánima apariencia.
Tengo esa absurda costumbre de comenzar a ver símiles a las personas, y no miento que era igualito al príncipe William de Inglaterra. Apostaría mil pesos a que si me encuestan hoy, habría votado por él de Presidente. Y dejando fuera a las hormonas ( tarea ardua y valiente); Principe William me ayudó y sonriente me preguntó si me “ encontraba bien, o si necesitaba más ayuda ”. Y, posterior al desliz, nos fuimos conversando toda la Línea a San Joaquín.
Allí comenzaron los detalles: llevaba al menos 3 rosarios colindándole el cuerpo. Yo no sé si existen detergentes tan buenos como para que le haya lucido tan blanca la camisa; y mientras cavilaba en vicisitudes; el príncipe ya había ayudado a una abuela a sujetarse del pilar.
En el Metro me contaba que estudiaba Medicina en la PUC, y que decidió tomar el Metro para no gastar más bencina, y “ finalmente darle un respiro al Planeta”.
Por la mente me cruzaba la idea de que si acaso podía haber persona más limpia que él. Creo que no tenía caries, ni siquiera un rezago de ellas. Se me olvidó nombrarles que entre que me hablaba simpático y se fijaba en el exterior, un mar de puras yeguas lo miraba. Y él: pensando en no-sé-qué: probablemente no mujeres.
La aventura terminó en San Joaquín, por supuesto. Y no es que quiera hacerle una apología a este tipo de seres humanos, sino que nunca-jamás-había-percibido -a-alguien-tan-bueno. De apariencia, y de sentimientos. Repróchenme lo que quieran ( lo viste media hora, no es concluyente). Pero simplemente me preguntaba si es que acaso él había nacido aquí: con la mugre, las papitas fritas, con Tommy Rey y Américo en la Tele. ¿Sabrá que le pueden robar ese Rolex en cualquier calle de Santiago? ¿Habrá visto alguna vez en su vida a algún flaite? ¿Sabe lo que significa una duchita caliente para el que no la tiene? ¿ Se habrá dado cuenta que es tan diferente al chileno-medio? ¿Cómo chucha cree que es Chile?
En fin. Todo un paradigma filosófico para alguien que probablemente debe estar comiendo caviar o disfrutando en algún spa chino. Y como ya saben, esto quizás puede estar plagado de prejuicios. Inevitable, por lo demás, cuando te encuentras con Príincesas y Príncipés.
shaaaaaaaa, sooy barsaaaaaaaa. ni contai de qué hablaron poooooooooooooooooooooooo. 88 di el nombre por lo menos que yo quiero ese príncipe para mí!!!!! jajajajaja
ResponderEliminar(L) que top lo que te pasó.
jajaja debes ser más rojo y resentido que la ch... chistocito, cero aporte, de esas paginas que no entras más en la vida. plop¡
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