sábado, 31 de octubre de 2009

Casi imposible.




No sé cómo
se me ocurrió escribir poemas.
No sé ni cómo huelen:
menos cómo se escriben.

Y sin embargo sé
que te quiero
escribir
el poema
más bello de todos,
y que mis manos sueltas:
desvergonzadas,
te recorrerán en las noches
y te vomitarán en
los papeles.

¡Hacer el poema más bello del mundo:
o del Universo,
o de los universos!
Con la ciencia nunca se sabe.

Para eso
recorrí el mundo;
créeme,
buscaré para este poema:
a la dama más enamorada,
a el mar más frondoso
desde una elegante
desembocadura.

Hallaré metáforas
donde nadie las ha leído.
Cambiaré el nombre
hasta del mismo poema.
Copiaré un verso
si es necesario:
apiádense poetas,
he aquí una ladrona de bellezas.

Mas:
¡Cómo hacer que rime,
que emocione
y que se aplaudan ellas al leerse!,
¡Que todo gavilán se arrepienta
de volar
sin hacerlo antes por mis hojas:
que la palabra agradezca ser tan
embellecida!

Que el poeta sea juez del mundo.
Que la poesía cree al hombre
y no al revés.

Porqué, nos preguntamos,
todos los poetas, y yo,
por qué separó la Naturaleza
tanta belleza:
quizás toda junta,
en un poema,
quizás una belleza
por cada poema
y luego de eso,
me dirás tú: quietud.

Por ese motivo,
y con las peores intenciones
de un anti-anti-poeta,
quise unir lo más bello.
El resto:
el resto del trabajo
déjaselo al amor.



jueves, 15 de octubre de 2009

La Respuesta.


Caminaba la respuesta al frente,

cuando preguntaba

por ella:

¿Será que la veré?

¿Será que se escucha o recuerda?

Será que existe, será palabra y una sola, será mentira o una paradoja.

Será que tiene edad y se cansa de vivir,

Será que tiene tiempo

o que aún no nace

Será que es un niño que juega y se esconde.

Será que está desnuda

o al menos se viste.

Será que ni siquiera ella se conoce.

Pasó y ni supe:

Mi corazón palpitó al ver su sombra doblar la esquina.

No se imagine Ud. un edificio:

era una esquina que flotaba en el aire.


Piense Ud. cuando la conozca

y me vea cruzando las calles

Y sea yo quién dobla las esquinas

la que las pinta de sombra

la que se arranca y se venga

a la que el tiempo la envejece

y se pregunta por ella

sin saber que no es sino en su mente

donde están todas las avenidas.



domingo, 11 de octubre de 2009

De magos, sastres y Oro.


Hay quiénes leen los libros aún mejor que quienes los escriben. Hay quienes que a partir de la poquísima materia prima de las palabras, erigen edificios o los demuelen. Esa es la tarea “casi-imbécil” de los que roban un verso, se acuestan con él, lo reposan debajo de la almohada y lo transmutan en ideas al día siguiente. Digo casi, porque siendo escéptica, ya nada es una total verdad, y lo más seguro es que esté equivocada.

Muchos de estos alquimistas maniáticos somos los humanistas. Aquellos que ansiamos con fulgor descubrir códigos secretos en donde, quizás, no hay ningún disfraz. Aquellos que leemos en los zapatos de los autores y nos movemos por las letras con el mismo vaivén con el que el autor manipulaba su pluma. Y por más que intenten convencerme, a muchos humanistas les interesa poco la verdad. Más bien, algunos se han dedicado a desordenarla o a inventarla. Muy bien lo decía Einstein: “si deseas decir la verdad, hazlo con precisión. La elegancia déjasela al sastre”.

Y eso somos. Unos sastres. Y unos sastres complejos.

A ver qué diría Aristóteles si le contara que su libro ha sido traducido a cientos de lenguas, y como las mil putas se ha manoseado, mal interpretado; bien triturado con cuchillitos de críticas, molido, comido, debatido y requeté vilipendiado. Como Duchamp, que le hizo bigotes a la Monalisa. ( No caeré en analizar ese cuadro, Duchamp se reía de quiénes le veían algún sentido).

El análisis_ que es una de mis actividades predilectas_, tiene mucho de imaginería. Tiene mucho de creatividad, de cocina propia, de lenguaje inventado y propia condimentación. Y hoy le tocó al propio análisis ser analizado. Lo tomé por entre sus calzoncillos y le senté en una silla ( ¿Ven lo mucho de sastre y poco de precisa que soy?).

En fin, si me dedicaré a las mentiras, ya es hora de que también niegue esta verdad. ¿O no? Hay que ser consecuente. Al menos en esto: nada claro están los humanistas de lo que quieren, ¡Imagínense que ni siquiera han descubierto quiénes son!

Yo les tengo una noticia: no se engañen. Las palabras somos así: difusas, tan empaquetaditas que dejamos la realidad fuera. Si ni siquiera los números la abarcan por entero, no le pidamos más a nuestra ciencia de la confusión. A mí me gusta. Siempre me han gustado los magos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

¿ Cómo pudo Nietszche vivir en esto?


Creo que el nihilismo debe tener un punto culmine. Y creo que lo estoy viviendo, al punto de cuestionarse hasta si este nihilismo no hace más que volver a negarse. El síntoma de muerte total la tiene esta diarrea mental que sólo me hace pensar absurderías. (
Pero ya casi todo es absurdo, ¿no?). Y así te la pasas caminando, hasta que besas a alguien y en un instante te preguntas: ¡Qué sentido tiene!, o quizás te introduces en el pasado de los griegos, alucinas con sus ideas, y te preguntas: ! Qué sentido tiene! , comes sin hambre y te preguntas: !Qué sentido tiene!, escribes en el blog y te preguntas: !Qué sentido tiene! , te preguntas! qué sentido tiene preguntarse el sentido!

¿Ven? Una tautología, como le llaman algunos: volver a lo mismo. En mi caso, NADA.
En fin, el urinario es bellísimo, quizás dice más cosas que las que Duchamp creyó.

Para seguir con mi línea los dejo con un chiste que aprendí hoy de la boca de un amigo, jaajaja, aún me río:

Un hombre va al médico y le dice:

- Doctor, tengo un problema muy serio.
- A ver, ¿cuál es?
- Es que me tiro unos pedos tremendos. Y lo raro es que no huelen mal.
- Oiga, es algo bien raro, porque siendo tan grandes tendrían que apestar.
- A ver a ver, tírese uno. El hombre se tira uno tan fuerte que empiezan a retumbar los cristales se mueven las lámparas, vuelan los papeles, empiezan a temblar los muebles y el pedo continúa.
Al cabo de unos segundos aparecen grietas en las paredes y el edificio se resquebraja y finalmente se hunde. Después de unos minutos el terremoto anal acaba. El paciente se queda mirando alrededor tratando buscar al Doctor entre los escombros, cuando de repente sale su cabeza de debajo de una piedra y dice:
- ¡Hay que operar, urgente!...
- ¿ Del ano, doctor?
- ¡No! de la nariz, weon!

jajajajaja...